El poder, su misterio y los verticalismos

El Presidente cree que debe demostrar su poder a cada rato, y eso es malo e inconducente. La frase es, creo, de Maquiavelo o de Alejandro, no recuerdo, pero la utilizó el General Perón a quien le gustaba mucho referir discursos de otros pensadores y personajes de la historia universal.

“Tuve el poder hasta que debí demostrarlo”, parece ser la frase original, y por cierto es muy sabia porque representa la esencia del poder, un atributo que se tiene o no se tiene, que emana naturalmente y no se ejerce ni racional ni emocionalmente. Y menos aún como un jefe de regimiento.

El Presidente es una persona que hace todo lo contrario a lo aconsejable: exhibe su autoridad de manera ostensible, tanto que a veces esa demostración parece obscena e irritante. Y esto no debe ocurrir jamás.

La realidad cotidiana está demostrando que esa exhibición de Javier Milei de su poder contribuye a su desgaste, a la pérdida gradual de su ascendencia, aquella que, vinculada al efecto que produjo su irrupción, lo llevó a la Presidencia.

Hoy su partido, La Libertad Avanza, es tan caótico, anómico y acéfalo como cualquier otro. Su estructura política es casi tan verticalista y tan disciplinada  como cualquier otra. El internismo lo ha invadido y ha ido sustituyendo el impacto, la curiosidad primaria y la frescura que alguna vez pudo haber tenido para ser copado por un internismo feroz y asfixiante.

Insisto, la autoridad no se ejerce, emana y se manifiesta involuntariamente.

Existe un cuento magistral del enorme escritor checoeslovaco Franz Kafka que pone de manifiesto palmariamente ese poder del líder que parece venir del fondo de los tiempos y que no se manifiesta con palabras ni con discursos y mucho menos con órdenes ni insultos o descalificaciones, sino con gestos. Ante un reclamo de la gente, responde con una sonrisa tenue, hasta difícil de calificar. “Y él se sonrió y los miró como si observara algo extraño, lejano, y la gente se retiró del lugar en silencio, casi conforme, no se sabe”, –dice más o menos así el párrafo- mientras él continuó mirándolos tal vez como Dios observó a Caín presintiendo las acciones del hermano de Abel con respecto a su hermano.

De esta manera, Kafka grafica el poder, pero Milei parece no haber leído ni pensado estas cosas para entender que muchos atributos no necesitan una explicitación y mucho menos tan ostensible y hasta ofensiva como lo suele hacer el Presidente quien ha ido construyendo con sus hermana un partido hiper verticalista, quizás tanto como un regimiento, dentro de las cuales todo se da por mandato o por reglas instaladas por la costumbre, incomprensibles y muchas veces absurdas, pero siempre ineludibles. Al Presidente le estaría faltando una dosis de humor para mirar los hechos desde más lejos y a la vez, desde más cerca. El sesgo dramático que le pone a sus acciones lo introduce en un laberinto dramático e insultante y lo termina asfixiando en una urdimbre de confusiones. Logró su poder con golpes de efecto y acusaciones y por ahí cree que debe continuar con esos códigos para preservarlo.

Posiblemente debería repasar algunas conductas de antecesores como Raúl Alfonsín o Juan Domingo Perón, o el mismo Alejandro para entender algunos de los profundos misterios del ejercicio del liderazgo.

Una interna esperada

Pero no pasa esto, más bien todo lo contrario. Sus conductas propias de su estilo se diseminan entre sus aparentes subordinados incrementando profundamente la confusión que hoy se observa y los errores políticos que hoy están profundizando la crisis económica que padece el país y las mayorías populares.

Santiago Caputo, el hombre sin cargo fijo pero con varios a la vez, se pelea con Karina Milei, Sebastián Pareja combate con ambos y Milei se entretiene arremetiendo contra su Vice.

En este esquema de fútbol de potrero, nadie sabe de qué tiene que jugar, si de defensor, medio o delantero. El resultado es que ninguno termina conociendo su función y su objetivo. Es, como varios gobiernos, comenzando por el de Alberto Fernández o el de la Alianza y continuando con otros hasta llegar a algunas gestiones municipales, en los que la estructura acaba siendo un todo confuso y disfuncional, nadie sabe qué hacer pero todos creen que deben actuar aunque no sepan en qué sentido. En todos ellos podemos observar que acaban siendo manejados por las redes y se termina no sabiendo cuál es la verdad y cuál la mentira. Por lo general, la gente se termina estresando y asfixiando por la falta de referencias claras y se los termina sacando de encima. Veremos lo que pasa en los próximos comicios.

Votos libertarios

Algunos hechos políticos llamativos. Empecemos con la Séptima. De pronto, uno de los exiliados de la gestión Ezequiel Galli, Dalton Jáuregui, es hoy candidato del partido de Carlos Kikuchi, un ex (¿?) libertario muy cuestionado por LLA por sus votaciones en el Senado pPovincial y creador de su propio partido, Unión y Libertad y podría disputarle algunos votos a Ezequiel Galli quien espera ser senador desde su tercer lugar en la lista. 

En la Sexta Sección Electoral, el Presidente de la CC Provincial (y ex senador), Andrés De Leo, acabó siendo el primer diputado porque posiblemente fue la figura elegida para aclarar un poco el escenario a partir de los internismos  posiblemente radical y macrista. Todos los partidos ya se parecen en aquello que Jauretche decía de la Izquierda: “son divisibles por dos”.

Se dice que LLA podría ganar solo en tres secciones electorales y que el resto sería para el oficialismo provincial, pese a sus problemas internos. Y que en Olavarría el panorama está tan confuso e indescifrable que ya es casi imposible barajar alguna hipótesis de los resultados del 7 de septiembre. Varios se consuelan anticipando que “todo se va a aclarar en las nacionales de octubre”, dicen, como si la fecha fuese el día del regreso de alguna deidad y las cosas no dependerían del accionar de sus actores, principales o secundarios.

Alternancia bolivarense

Desde hace tiempo, la política es una actividad muy parecida a los programas de chimentos de la tele: la atracción no radica en las propuestas ni cosas por el estilo sino lo relevante ha pasado a ser quién se pelea con quién y cuáles son los nuevos cruces o encontronazos del día.

En la Séptima se dijo (o se operó, no se sabe) que la lista de Fuerza Patria la encabezaría Guillermo Santellán o Eduardo Bucca, pero no fueron ninguno de los dos, y ambos irán al banco hasta el ’27. Al final el lugar lo terminó ocupando prácticamente una tapada como María Inés Laurini, una concejal que terminó sorprendiendo a todo el mundo. El segundo lugar será para Marcos Pisano, actual Intendente de Bolívar quien de entrar, abriría la ventana que le daría la posibilidad a su coterráneo Bucca y así completarían la alternancia bolivarense para seguir cobrando de la política. En fin, todo se parece a un grupo de teatro de pueblo en los que los mismos actores hacen de todos los personajes.

En Olavarría, hay quienes aventuran una polarización y pocas posibilidades para una tercera vía que, sin embargo, si es que el radicalismo seccional y local logra unirse y pueden mezclar algo de peronismo no K tiene serias posibilidades de lograr algunas bancas en el Concejo y algún lugar en el Senado. Se sabe que hubo un acercamiento entre el radicalismo y ese peronismo (¿el curismo?) pero no hubo acuerdo para intercalar algunos peronistas entre los primeros tres lugares en la lista de concejales, algo que podría  haber podido superar el piso del 10% en caso de que la elección se llegara a polarizar. 

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