Es cierto que, sin el efecto norteamericano, la economía financiera argentina durante los años de Javier Milei hubiese sido una catástrofe. Los gráficos son un verdadero electrocardiograma, con caídas que semejan verdaderos infartos y ascensos bruscos como si fueran ACV. Formidable negocio para quienes practican el carry trade. Hoy pasa lo que ya pasaba en 2001/02, cuando al BCRA lo manejaban un grupo de notables norteamericanos a distancia.
Hoy, Milei ha decidido “entrar en ese pasado” como dice el tango. ¿Vuelven Duhalde, De Mendiguren y Alfonsín a tomar el timonel de la economía nacional? No. Ese rol lo tendrá el gobierno de Donald Trump. Serán otros iguales o peores quienes acudirán a una brutal devaluación que podría licuar todos los ingresos fijos.
Se lo compara a Milei con Carlos Menem, pero el riojano si bien transitó también por “las relaciones carnales” con los EE.UU y recortó el gasto fiscal, supo tener la consuetudinaria habilidad peronista para conducir, mientras que este presidente odia la política (no la conoce) y al peronismo, tampoco sabe conducir ni dialogar, ni maniobrar, factores sumamente necesarios para la conducción política, un atributo que viene con los genes y rara vez se los aprende de otra manera que no sea a través de la experiencia.
Es imposible dialogar si se le tiene terror a las palabras expresadas por el otro diferente, que puede ser un prójimo, oponente o interlocutor, lo que fuere. Suele ocurrir que tales personajes también cargan con un fuerte rechazo a la autocrítica. El cóctel que portan, entonces, es explosivo.
El ex Senador Provincial, Presidente de la CC y hoy primer candidato a diputado por la Sexta Sección Electoral, Andrés De Leo, habló con “Un Cacho de Mañana”, donde se refirió al pacto del Gobierno con los EEUU: “Es una intervención al gobierno de Milei, la más fuerte ingerencia, esta vez sobre la economía argentina y sobre el mercado de cambio”, calificó el candidato bahiense, mientras se escucha en los noticieros que Scott Bessent anuncia con singular descaro que “va a intervenir en el mercado de cambio argentino”.
“No era común que los EE.UU compraran pesos, como dicen, pero esto ha sido por una decisión del Secretario del Tesoro Norteamericano para favorecer a sus amigos argentinos (de Bessent y Trump, creo) que habían comprado títulos, bonos y acciones argentinas para revalorizarlos”. Es decir, el pacto es una mezcla de público y privado, como todo lo que hacen Trump y nuestro mandatario.
Para De Leo, este acuerdo (¿?) “demuestra que a la economía nacional ya no la conduce el gobierno argentino, con el agravante de que los EE.UU y Argentina son de alguna manera países que compiten entre sí y no son complementarios. Por lo tanto a los norteamericanos les conviene que tengamos un tipo de cambio bajo para que Argentina sea un país caro para quitarle competitvidad a los productos argentinos. Por eso pasó lo de los productores argentinos ese plazo de tres días, apenas, para comercializar la soja sin retenciones”, añadió el contador.
Los plazos se acortaron por la presión de los productores norteamericanos a quienes no les convenía la medida. Entonces, de algún modo el pacto nos lleva a la Década Infame (de 1930 a 1942/3) y a la desigual y asimétrica relación que se tenía con el Reino Unido que nos terminó derrumbando como país. La historia vuelve a repetirse, dice el tango.
El camino alternativo
Las elecciones del 26 parecen continuar bajo el esquema de la polarización, salvo que Provincias Unidas confirme ser ese tercer espacio intermedio que sea tan competitivo como para disputarle poder a ambos polos de la grieta.
Provincias Unidas es un nuevo espacio federal en el que se entremezclan peronistas, radicales, GEN y otros espacios, y con gobernadores y dirigentes de marcada representación, con un perfil “sensato y racional” remarcó la diputada nacional Danya Tavella en diálogo con este columnista en el programa radial “Un Cacho de Mañana”.
“La elección está polarizada”, dijo Tavella al serle preguntada acerca de si las terceras vías funcionan, “y la elección está polarizada porque son las fuerzas que financian a los medios nacionales”, retomó la legisladora nacional y candidata en el cuarto lugar en la lista de Provincias Unidas.
Luego de lo que dice Tavella, se nos hace inevitable no pensar en desechar los medios de comunicación porque según sus propias expresiones, éstos estarían manejados por los grandes económicos y políticos, algo que también lo planteó también la genial Mafalda alguna vez. Si bien es muy cierto, Albert Camus propone una salida a esta trampa o dilema en su cuento “La Caída” y la imposibilidad de un juez de ser sincero y objetivo aún en su autoconfesión frente a un espejo. En efecto, aún cuando se oculte o se mienta, siempre es posible extraer la verdad de lo que está oculto a partir de lo que se dice. La frase es genial y alentadora puesto que nos propone confiar pese a todo a leer y escuchar lo que se formula o publican los medios. Simplemente hay que inferir lo que se oculta de lo que se dice, nos sugiere el genial autor francés de obras tales como El Extranjero o La Peste, por ejemplo.
“Pero igual sostengo que hay un lugar para un espacio moderado y racional, y si no gobernamos con sensatez y racionalidad nos vamos a caer a pedazos”, disparó, tras lo cual criticó el estado clientelar al que encuentra paradójicamente tanto en el kirchnerismo y de la misma manera en el mileísmo.
La diputada continuó: “Creemos que se debe fortalecer al aparato productivo y crear empleo porque la gente hoy está preocupada por la falta de trabajo y por el miedo a perder el que tienen”, dijo. “LLA hace lo mismo que el kirchnerismo y se sigue reemplazando el trabajo genuino por planes sociales”, remató, fijando fuertemente una posición alternativa y pretendidamente superadora de la grieta. Es que la gente, la gran mayoría, está harta de tanta polarización y las escasísimas soluciones concretas de este pendular permanente. Es posible que el 26 por la noche se diera la sorpresa del nacimiento de una tercera fuerza nacional, plural, integrada y cuyo principal desafío sería la sustentabilidad, esto es, permanecer en el tiempo como salida para esta grieta que solo ha dado mediocridad y frustraciones. Y que no sería la experiencia decepcionante de la tercera vía anterior referenciada en Roberto Lavagna que solo parecía querer ubicar a su hijo dentro de la casta política nacional.
Un peronismo que quiere ser diferente
También Alfredo Fischer, Intendente de Laprida, kicillofista y posicionado lejos del kirchnerismo duro o cristinismo que no logra sumar más que el núcleo duro inmutable que viene desde hace años. Fischer podría pertenecer a ese peronismo que pretende recuperar la ortodoxia e ir a las fuentes de esta identidad que ha centralizado la política argentina en los últimos 80 años.
Hoy, dentro de este pacto de vasallaje del Gobierno con el trumpismo norteamericano, Fischer cree ver “una postración frente al imperialismo. Nosotros seguimos creyendo que con el peronismo se puede ser feliz, pero, ante todo, tenemos que tener soberanía política, independencia económica y justicia social. Entonces, si el Gobierno se endeudó y vas a pedir ayuda, y quien te presta la plata también te quita la escritura, y bueno, eso es vasallaje y es peligroso para los argentinos. Tampoco por someterse vas a sacar una ventaja porque todo sometimiento es, además de indigno, ineficaz. No funciona así”, dijo en el mismo programa que conduce este columnista. Advirtió sobre el fenómeno Espert (ahora surge el de la candidata Villaverde) y las relaciones con el narco que sobrevuelan en ambos casos para graficar el perfil del oficialismo que se va entreviendo en la campaña.
¿Dónde está el gremialismo?
Como vemos a través de estos tres testimonios, la extrema derechización del Gobierno, con actores profundamente crueles, insensibles y resentidos va conformando en la vereda de enfrente grupos políticos que aspiran a la moderación, a la racionalidad, a la sensibilidad social y a la ética pública que tanto hace falta para generar un nuevo y mejor país. Al menos más respirable.
Dentro de ese objetivo existe o se estaría gestando un nuevo gremialismo (algo hay en Olavarría) que buscaría representar a los trabajadores pero lejos, muy lejos de una dirigencia nacional, gran parte de ella corrompida, que solo intenta defender sus privilegios y sus patrimonios personales pactando siempre con regímenes políticos anti populares.
Se estaría generando, entonces, un contexto parecido al de la dictadura con la misma puja entre la CGT Azopardo (conservadora) y la CGT Brasil (emergente). En Olavarría se insinúa hoy esta misma lucha gremial. Veremos cómo termina. Para los azopardistas, la política gremial solo es un gran negocio. Lo mismo piensa una dirigencia partidaria burocrática e inservible que solo piensa en articular relaciones que les genere negociados abominables o permanencia en los estamentos de poder. El camino transformador podría ser el de ir de abajo hacia arriba y alguna dirigencia local –repito- pretendería ser protagonista de ese proceso transformador.
Como parte del juego político electoral, el Gobierno ahora les comenzaría a “devolver” fondos de las obras sociales -completamente destruidas- buscando comprar voluntades frente a esta elección tan temida por el mileísmo pero también por el pueblo por los resultados que podrían darse el 26 por la noche.
Gran parte de la clase trabajadora siente ese completo abandono de su dirigencia en un contexto completamente agravado por el modelo aplicado por el mileísmo. Los sectores populares están completamente solos y esperan. ¿Qué esperan? Tal vez aguardan que surja una expresión política que les muestre que “la vida está en otra parte”, diría el escritor Milan Kundera, muy lejos de lo que se está padeciendo.
