La democracia, la grieta, la desigualdad y la tasa minera

Un famoso tema del cantante chileno Angel Parra alude en una cueca suya a las posibles deformaciones de la democracia como instrumento de construcción de “lindas callampas (villas miserias)”. La ironía del artista es brutal pero grafica claramente algo que vemos a diario, esto es, la generación de permanentes asentamientos de este tipo de barrios informales, caracterizados por la precariedad, la carencia de servicios y la radicación del narcotráfico y todos sus delitos aledaños.

La paradoja es que el sistema se creó para mejorarle la vida a las personas, desde la devolución de la soberanía al pueblo al poder elegir directamente a sus representantes por el voto popular para que éstos real y consecuentemente elaboren tales políticas para que la vida de sus representados mejore sistemáticamente, política, económica y culturalmente.

Pero lamentablemente no fue así. Las democracias en Latinoamérica (sin distinción de países) se han ido transformando o deformando en verdaderas plutocracias (gobierno de ricos), tecnocracias y burocracias anodinas y paralizantes al servicio de las clases sociales más poderosas. “Soy demócrata, tecnócrata, plutócrata…” ironiza el folclorista chileno en el estribillo de su cueca. 

De cualquier modo siempre la vamos a recibir con alegría y satisfacción porque lo que dejamos atrás, hace ya varios años, fueron las dictaduras, las represiones criminales, el Terrorismo de Estado y la misma explotación y miseria que hoy padecen muchos argentinos pese a los “cambios” de gobierno durante la democracia. Al menos nos queda el ejercicio de la libertad como consuelo y “la palabra”, diría el poeta español Blas de Otero. Veamos algunos de sus  versos para valorar su dimensión y su universalidad: 

“(…)Si he sufrido la sed, el hambre, todo

lo que era mío y resultó ser nada,

si he segado las sombras en silencio,

me queda la palabra”.

“Si abrí los labios para ver el rostro

puro y terrible de mi patria,

si abrí los labios hasta desgarrármelos,

me queda la palabra”.

La historia universal y mucho más la de nuestro país nos muestra palmariamente cómo las democracias se fueron transformando lenta o aceleradamente en verdaderas plutocracias, tal como lo insinúa hoy el gobierno actual, con sus alianzas internacionales super sospechosas, sus ajustes demenciales e inhumanos y la parálisis esclerótica del aparato productivo que va dejando sin trabajo a la gente condenándola a la pobreza, a la marginalidad y la postración. Todas estas calamidades ya las teníamos y la tuvimos casi siempre, y la democracia poco hizo para resolverlas. 

De todas maneras siempre fue el mejor régimen político, esto es absolutamente una obviedad, de eso no cabe ninguna duda, y mucho más aún si se la compara con las dictaduras militares, sean como las que padecimos en el Cono Sur de Latinoamérica incluyendo la de Venezuela a la que un candidato a diputado nacional la calificó ¡asombrosamente! de “democracia con fallas”. Verdaderamente increíble.

La grieta y las alternativas

Hoy observamos que todas esas deudas de los sucesivos gobiernos democráticos los estamos pagando con el régimen de Javier Milei, quien en vez de solucionar los problemas ha decidido profundizarlos, acelerando en las curvas y llevando las calamidades a su mayor intensidad. 

Asombrosamente, la gente (mucha de ella pobre) decidió acompañar su modelo económico (que solo se lo vio bajo las dictaduras militares) con gestos propios del Síndrome de Estocolmo, esto es, aún siendo víctimas del modelo han decidido apoyar a sus victimarios sociales y políticos.

El país presentará este domingo un menú electoral basado en la famosa grieta propia de los esquemas intelectuales del atraso conceptual y desechar las alternativas intermedias como probables salidas a esta dialéctica primaria sustentada en una supuesta colisión de dos opuestos (blanco y negros o buenos y malos) descartando los tonos grises que existen siempre en una concepción más inteligente y veraz.

El modelo actual es una consecuencia de este atraso conceptual y político en el que ha caído nuestro país. No hubo continuidad jurídica e institucional entre los distintos gobiernos democráticos y todos, invariablemente, decidieron desechar lo anterior para comenzar todo de nuevo como si la dirigencia padeciera un síndrome fundacional permanente. 

Nadie supo rescatar algo de la gestión anterior y, como dice Manolito, el personaje de Mafalda, “no han sabido rescatar las pequeñas ganancias de las grandes pérdidas”.

Y  bueno, la consecuencia fue Milei, a quien muchos de los favorecidos de su modelo económico quieren salvar su figura de cualquier modo para salvarlo de su propia destrucción. Es que los poderosos (nacionales o importados) saben que otro como él –tan eficaz para generar tanta desigualdad- no podrían encontrar. 

Crisis de ingresos y salidas falsas o injustas

Frente a tantos fracasos y decepciones solo existe la ignorancia y el descompromiso de una clase dirigente que intentó dar respuestas desde las cooperativas o una suerte de falansterios del siglo dieciocho y principios del diecinueve.

Estos falansterios de Charles Fourier (principios del siglo diecinueve) jamás fueron eficaces para contrarrestar las propuestas injustas de los regímenes monárquicos, elitistas y autocráticos. Muchas veces resultaron ser verdaderos fraudes laborales con los cuales se pretendía sustituir el trabajo genuino, asalariado y con derechos laborales. En Argentina pulularon y todavía pululan para ocultar la escasez de propuestas que exhiben los sectores que se dicen “progresistas”. 

Pregunta 1: ¿No merece un profundo debate legislativo y social este tema?

Y todavía se los puede ver a estas suertes de falansterios extemporáneos que operan como comunidades que combinan el trabajo, la vida y el consumo, aboliendo el trabajo asalariado y sus correspondientes derechos. Lo lamentable es que se los sigue considerando “salidas progres” en vez de promover radicaciones industriales para generar el trabajo genuino que hoy no se tiene y el poco que existe tiende a desaparecer. 

Además de la parálisis que baja desde la Nación, existe una pobreza increíble de ideas en los distritos para incrementar los ingresos por vías que no sean las de las tasas municipales. Por el contrario, no se sabe de dónde habría bajado la prohibición de incrementarle a las cementeras en uno o medio punto la tasa por explotación de canteras. La última vez que se lo hizo (una suba de un 1%) la propuesta partió desde una extraña y positiva concordancia entre lo periodístico y a duras penas lo legislativo durante la gestión de José Eseverri, quien al final decidió adherir al aumento, pero luego no se pudo avanzar un centímetro más para recuperar la alícuota inicial del 4% del proyecto del senador Oscar Lara, aunque luego recortada a su mitad por una decisión de una de las dictaduras militares que asolaron el país.

El colmo fue que en 2015 – 16 se intentó aumentar la tasa un punto más pero no se le quiso dar ese plus de recaudación a la nueva gestión que estaba a punto de asumir cuando en realidad el beneficiado no era el nuevo intendente sino el pueblo de Olavarría. Hasta ese punto llegó aquella vez el egoísmo político.

¿Y si aumentamos la tasa minera?

El resultado de toda esta quimera fue que hoy el Municipio, como tantos, padece una enorme crisis de ingresos que hoy pretende aliviar mediante las tasas municipales. ¿No sería más justo extraer los recursos faltantes de la famosa tasa minera a quienes hoy ostentan en la ciudad el mayor poder económico?

Pregunta 2: ¿No amerita un nuevo y profundo debate este tema de los ingresos y la alternativa de optar por un incremento en la tasa minera para conseguirlos?

Pregunta 3: ¿Para qué existe el Concejo si no se lo utiliza para que los representantes de la comunidad discutan sobre estas cuestiones y resuelvan algo sobre ellas? ¿Quiénes lo harían si no lo hacen ellos? ¿No es ese el rol del Concejo Deliberante?

Digamos también que, y a modo de indicio, este tema tan singular revela la estructura ideológica y política que existe detrás, y la democracia no ha sido utilizada para revertir esta injusticia, sea por ignorancia o por intereses económicos o políticos. Ojalá podamos salir de esta trampa alguna vez.

Pregunta 4: Frente a la privatización de la salud, ¿no habría que pensar en destinar esos nuevos recursos de la tasa minera por aumento de 1 punto más en la alícuota al mejoramiento de la atención hospitalaria o vamos a esperar que el Hospital se transforme en una Unidad de Atención Primaria más mientras los dueños de las cementeras se sigan enriqueciendo con nuestros recursos mineros? Pero esto merece una mayor atención y desarrollo que posiblemente lo haremos en la columna de la próxima semana.

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